Las personas que formaban parte de la religión de los testigos de Jehová con frecuencia plantean la cuestión de la enseñanza de esa religión sobre la vida eterna en la tierra. La siguiente es una respuesta escrita por el autor de la publicación de la prensa de comentarios Crisis de conciencia:
Usted mencionó preguntas sobre la vida en la tierra. En cuanto al modo en que tendrá lugar la resurreción y todos los detalles, no veo razón para ser dogmáticos. Lo mismo ocurre con respecto a la vida en la tierra. Yo me siento perfectamente feliz de esperar y ver cuál será el destino eterno de la gente según lo que Dios disponga, y creo que somos sabios si reconocemos que no sabemos todo lo que hay que saber sobre el asunto.
Cuando la gente escribe sobre esto, normalmente respondo que en cuanto a la esperanza, es bueno reconocer que el entendimiento que tenemos no necesita que tenga que reajustarse o hacerse más claro. Cuando en las Escrituras se menciona clara y firmemente alguna promesa, no solo podemos esperar que se cumpla, sino tener plena confianza y fe en ella. Eso es cierto de la esperanza del perdón de pecados, de la resurrección y de la esperanza de vida eterna. En las Escrituras, todas estas esperanzas se tratan clara y extensamente, incluso de manera repetida.
En cuanto a la esperanza de vida en la tierra, no creo que en la Escrituras haya evidencia clara y definitiva, ni tan siquiera cuando se presenta argumentación en la que se usan ciertos textos aislados. No discuto que esa pueda ser la esperanza de alguien, sino que el énfasis se ponga más en lo simple del tipo de esperanza que en el hecho de que Dios sí hable con suficiente claridad acerca de promesas que fortalecen.
Asumir, por ejemplo, que los dos primeros capítulos del Génesis contienen la revelación completa del propósito eterno de Dios para la humanidad o del universo físico, como si eso estuviera eternamente fijado por Dios sin posibilidad de una revelación posterior que amplíe el cuadro y el alcance de Su propósito y que haga evidente ciertos aspectos desconocidos que no se indicaron previamente, es sin duda injustificado. Dios indicó a la primera pareja humana cuál sería su destino si desobedecían. No trató su futuro eterno si obedecían. Pasa con demasiada frecuencia que el razonamiento deductivo puede quedar influenciado por ideas subjetivas o suposiciones. En lugar de eso, más bien que asignar una limitación deductiva a Dios y a su propósito, parece que sería más respetuoso y razonable ver estos capítulos como una representación de la expresión de Su voluntad y propósito en aquel momento de la historia del hombre y para las circunstancias que existína entonces.
Por ejemplo, Jesús enseñó muchas cosas nuevas a la gente para corregir las tendencias judías existentes, pero aún así, muchas de las cosas que dijo en relación a la ley, la base para la salvación, la unidad entre el judío y el gentil, el lugar y el modo de su futuro reino y muchísimas cosas más, a menudo se expresaron originalmente de un modo muy breve; con frecuencia se indica poco más que un principio básico y muy poco elaborado. Sin embargo, las implicaciones de eso fueron tremendas cuando después de su muerte y gracias a los subsiguientes escritos apostólicos, sus discípulos pudieron llegar a percibir y entender las cosas con más claridad.
En lugar de cimentar nuestro entendimiento y esperanza en la suposición de que los dos primeros capítulos del Génesis de algún modo son definitivos en cuanto a Dios y el destino humano, deberíamos permitir que otros textos equilibraran y moderaran nuestro pensar, como es el caso de las palabras de Pablo en Efesios 1:3-6 y 3:6-12, donde él relaciona libremente el “propósito eterno” de Dios con las buenas nuevas que resultan del sacrificio, muerte y resurrección de Cristo, y cómo se extienden sus promesas a los que forman el “cuerpo de Cristo.” No creo que en este asunto podamos pretender conocer de manera plena la mente de Dios y de un modo dogmático, como parece que hacen las publicaciones de la Watch Tower.
En el Salmo 37, David está realmente hablando acerca de los tratos de Dios y del modo de manifestarse entonces, en su día, como demuestra una comparación con los versículos 35 y 36. La sociedad Watch Tower entiende que las palabras de Jesús en Mateo 5:3-11 aplican a los “ungidos,” debido según parece a expresiones como “suyo es el reino de los cielos,” etc. Entonces, para ser consistentes, deben entener el versículo 5 (que corresponde con el Salmo 37:11) como que también les aplica a ellos. Pero la realidad es que el Padre ha hecho que Cristo sea el heredero de todas las cosas, incluida la tierra, y sus seguidores también comparten esa herencia. (Hebreos 1:2; Romanos 4:13-16; 8:15-17) Sin duda, esa es la razón por la que Pablo pudo decir de sus compañeros cristianos que “el mundo” ya les pertenecía a ellos, de modo que en ese sentido ya habían “heredado la tierra” y todas las demás cosas.-1ª Corintios 3:21-23.
El término “para siempre” (TNM “tiempo indefinido”) y que se usa para la tierra en Eclesiastés 1:4, viene del hebreo ohlam y no significa necesariamente “eterno.” Se usa en aspectos relacionados con la ley Mosáica y del sacerdocio Aarónico—cosas que eran de larga duración pero no eternas—como se puede ver cuando se usa una concordancia. En cuanto a la tierra misma, algunos citan ciertos textos bíblicos para indicar su posible desaparición, como por ejemplo:
Los cielos y la tierra pasarán.—Mat. 24:35.
Una vez más haré temblar no solo la tierra, sino también el cielo.” Al decir “una vez más”, se entiende que se quitarán las cosas creadas, lo que puede ser movido.-Heb. 12:26, 27.
Tú, oh Señor, afirmaste la tierra desde el principio; tú mismo hiciste el cielo. Todo ello dejará de existir, pero tú permaneces para siempre. Todo ello se gastará como la ropa.-Heb. 1:10, 11.
La tierra y todo lo que hay en ella se quemará.-2ª Pedro 3:10.
Sin embargo, esos textos o sus contextos son generalmente de una naturaleza que pone en cuestión su literalidad. Las Escrituras Hebreas están repletas de ejemplos que usan formas poéticas, expresiones figurativas como “ríos que aplauden”, campos que se “regocijan”, o la tierra “en duelo se ha desvanecido”, etc. Y con frecuencia, los textos que se usan en las Escrituras cristianas con respecto al futuro de la tierra son de una naturaleza similar. (Salmo 98:7,8; Isaías 24:4) De todos modos, no veo que el asunto esté tan claramente detallado como para tener que ser muy específico sobre ello.
A veces se hace referencia a declaración de Jesús acerca de Juan el Bautista en Mateo 11:11. Fue hecha en un tiempo en el que Juan todavía estaba vivo y evidentemente en relación a su vida humana y derrotero, y lo que fue como hombre. Ningún humano, sin importar cuán grande sea, es igual a los que componen el reino celestial de Cristo, ya que poseen la semejanza de su Cabeza regente. Pero la inferioridad comparativa del caminar humano y terrestre de Juan, ciertamente no impediría que él pudiese llegar a ser uno de los que componen ese reino celestial. De modo que como muestra el contexto, parece ser que Jesús estaba realmente centrándose en un aspecto diferente del asunto y que tenía que ver con los profetas. Incluso la obra de Juan de preparar el camino para Cristo no puede compararse con el privilegio de haberle aceptado poniendo fe en él y dando testimonio acerca de su muerte y resurrección como Redentor, etc. La interpretación de la Watchtower está fuertemente condicionada por razonamiento circular y es simplista, ya que esencialmente ignora el contexto y la realidad de las circunstancias existentes entonces.
Revelación 5:10 y su aplicación incluso en el primer siglo, se considera en las páginas 544 a 548 del libro Christian Freedom (Libertad Cristiana). Sea que los mil años de Revelación 20 sean literales o simbólicos, o sea cual sea el significado de 2ª Pedro 3:13 cuando habla acerca de una “nueva tierra”, la validez de los puntos citados allí no varía. Obviamente, Revelación es un libro repleto de símbolos y expresiones de imaginería simbólica. Cualquier parte de ese libro debería entenderse solo a la luz de otras declaraciones claras y llanas que aparecen en el resto de las Escrituras cristianas, y lo simbólico debería siempre basarse o conformarse a lo literal, y no al contrario. En cuanto a 2ª de Pedro 3, podríamos preguntarnos si sería razonable centrarnos solo en la referencia a la “nueva tierra” y despreciar el resto de referencias del contexto acerca de la disolución de la tierra y de sus elementos así como a la disolución de los cielos. ¿Aplicamos partes como figurativas (por ejemplo, versículos 7 y 10) y otras partes como literales? ¿cómo lo podríamos hacer? ¿Señala el texto a la remoción del planeta presente y su sustitución por otro? Si fuera así, ¿cómo pueden las personas esperar sobrevivir y permanecer todavía en un planeta destruido? Estas preguntas simplemente muestran la razón de por qué creo que hay que ser precavidos y cuán poco sabio es tomar uno o dos textos -textos que emplean imagenes simbólicas- y usarlos como si fueran textos clave a partir de los cuales deberían entenderse todos los demás. Creo que una persona siempre se encarará a dificultad y quizá a considerable ansiedad a no ser que se centre en los hechos bien fundados de las buenas nuevas y deje que otros detalles no tan seguros ocupen un lugar menor en importancia. Como vierte Filipenses 1:9, 10 la New English Bible:
Y esta es mi oración, que su amor crezca más y más en conocimiento y perspicacia de toda clase, y pueda así traerles el don de la verdadera discriminación (Nota al pie: que puedan aprender por la experiencia qué cosas son todavía las de más valor).
La Traducción del Nuevo Mundo ajusta las palabras de Hebreos 11:16 para adaptarlas a las enseñanzas de la Watchtower, pero como puede leerse en la mayoría de las traducciones, el griego mismo simplemente dice, “ellos desean un lugar mejor, es decir, celestial.”
Para concluir diré, que no veo que todo este asunto esté tan detallado como para ser muy específico. Me resulta difícil pensar que este planeta terrestre deba ser removido de la existencia, pues fue el escenario donde ha tenido lugar todo el drama de la creación y la caída de la humanidad; donde hombres y mujeres han vivido vidas de fe y coraje a los largo de los siglos, y sobre todo, donde tuvo lugar el supremo acto de amor representado por la vida y muerte de Cristo. Pero eso, en el fondo, no es más que mi propio razonamiento humano.
Realmente parece que después de todo, el asunto principal es que tenemos la perspectiva de vida eterna. El “dónde” parece que sería lo de menor importancia cuando se compara con la esperanza de que la muerte sea vencida, así como la reunión gozosa con las personas amadas por el poder de resurreción de Dios. Ciertamente la reunión misma es más importante que su localización. Reconocer eso puede darnos cierta medida de calma cuando leemos las Escrituras y permitimos que moldéen nuestra mente, sean cuales sean las conclusiones a que lleven o que tome tiempo el llegar hasta ellas. Como vierte Phillips Filipenses 4:4-7:
Deleitaros en el Señor, sí, encontrad vuestro gozo en él todo el tiempo. Tened la reputación de ser razonables, y nunca olvidad la cercanía de vuestro Señor. No os preocupéis por nada en absoluto; sea cuando sea que oréis decid a Dios todos los detalles de vuestras necesidades en oración agradecida, y la paz de Dios, que supera el entendimiento humano, mantendrá constante guardia sobre vuestros corazones y mentes puesto que descansan en Cristo Jesús.
Mi consejo por tanto, para quienes sacan a colación la cuestión de la vida eterna en la tierra y el sistema de las “dos clases” de cristianos, es que simplemente lean las Escrituras cristianas con mente abierta, intentando que las suposiciones no influyan en su entendimiento—algo a menudo más fácil de decir que de hacer—y que lo que lean gobierne su entendimiento. Yo no tengo interés en discutir con ellos para que prevalezca un punto de vista sobre otro.
En cuanto al otro lado de la cuestión, las muchas expresiones que aparecen en los escritos apostólicos acerca de la esperanza cristiana de estar con Cristo, tener una resurrección como la de él, sentarse con él en su trono en la presencia de su Padre, parece que daría razón sólida para creer en una existencia celestial futura, a menos, por supuesto, que se creyera que Cristo ha de volver a la vida en la tierra, como creen algunas religiones. En Juan 14:1-4 se citan las palabras de Jesús a sus discípulos: “En la casa de mi Padre hay muchas moradas… Y si voy y preparo un lugar para vosotros, vendré otra vez y os llevaré conmigo, para que donde yo esté, podáis estar vosotros también.” Si él fuera a estar en la tierra y sus discípulos también, no tendría necesidad de irse para preparar un lugar para ellos. (También Juan 16:5; 17:5, 11, 24; 1 Corintios 15:42-54; 2 Corintios 5:1-10; Filipenses 1:21-23; Colosenses 3:1-4; 1 Tesalonicenses 4:13-17; Revelacion 3:21). O los argumentos y expresiones que favorecen la vida en la tierra se entienden de un modo diferente al que parece, o se requiere dos esperanzas para los cristianos, en lugar de “una esperanza” como indica Pablo.—Efesios 4:4.
En cuanto a los 144,000 de Revelación 7, personalmente no veo razón para verlo de otro modo que no sea el simbólico, tal y como ocurre con muchas otras cosas en Revelación. Hay gran inconsistencia en la interpretación de la Watch Tower. Dicen que “Israel”, tal y como aparece en el versículo 4, es simbólico, que las doce “tribus” son simbólicas y que los “12,000” de cada tribu son simbólicos. Sin embargo, después de reconocer todos estos elementos simbólicos, ¡cuando llegan al número 144,000 dicen que es literal!” Eso no es lógico.
Algunos sugieren que la primera visión de Juan (la de la 12 tribus de 12,000 cada una) simboliza lo que a veces se ha llamado “la iglesia militante,” es decir, la congregación cristiana sobre la tierra vista como un “Israel” ideal, el “Israel de Dios” (Gálatas 6:16 -escrita principalmente para los cristianos gentiles-; compare Romanos 2:28, 29; 9:6-8; Gálatas 3:28, 29), mientras que la siguiente visión (la de la gran muchedumbre de todas las naciones que está de pie delante del trono de Dios) representa a la “iglesia triunfante,” los miembros del cuerpo cristiano que han completado su curso terrestre, que han aguantado tribulación y que ahora han recibido su galardón celestial. Sin ser dogmático, éste es por lo menos un modo de entender esas visiones que parece que armoniza con el resto de las enseñanzas bíblicas.
No conozco ninguna obra específica que intente especificar el número de cristianos existente durante los primeros siglos de la Era Común. A veces se hace referencia a Fox’s Book of Martyrs No sé cuán exacto será, pero el hecho de que después del Pentecostés hubiera más de 5,000 discípulos varones en Jerusalén es una indicación. (Hechos 4:4) En su alegoría de la Jerusalén terrestre y celestial, Pablo cita el texto de que “los hijos de la (inicialmente) desolada mujer (la Jerusalén de arriba), son más numerosos que los hijos de la que está casada (la Jerusalén terrestre).” Los cristianos como hijos de Dios y herederos son hijos de la mujer libre, y por lo tanto deberían ser más numerosos que los de la mujer esclava, es decir, el Israel carnal. (Galatas 4:21-31) El número de israelitas era de millones. Si la declaración del apóstol es cierta, el número de los hijos cristianos de la Jerusalén celestial debería superar esa cantidad.
Una vez más, el asunto más importante es la lectura personal de las Escrituras. A medida que uno las lea, éstas irán guiando nuestro pensar. Cuando uno se encuentra ante varias interpretaciones bíblicas que puedan variar ampliamente unas de otras, parece que lo mejor sería intentar llegar a entender el cuadro completo, el mensaje global, no aislar una parte de otra. Puede ser provechoso el ver varias interpretaciones de distintos temas, debido sobre todo a la tendencia de centrarse solo en una parte de las Escrituras en lugar de verlas como un todo. No hace mucho que un amigo me envió cierto material que incluía una cita de B. F. Westcott, quien participó en el desarrollo del bien conocido texto B. F. Westcott o recensión de las Escrituras. En su libro La Biblia y la Iglesia, él hace este comentario:
No hay tentación más sutil y poderosa que la que nos impele a juzgarlo todo por una norma. Práticamente tenemos la tendencia a juzgar a otros comparándolos con nosotros mismos. Comparamos una edad con la nuestra y otras formas de civilización con la que nosotros vivimos, y esa suele ser para nosotros la referencia final de verdad. Pero contra ese error, que es casi suficiente para ocultar el mundo entero, la Biblia contiene la mejor protección. En ella vemos paso a paso, cómo Dios encuentra morada entre naciones y familias de todo estrato social y cómo reconoce a sus fieles adoradores, aunque éstos pasen desapercibidos a los ojos de los mismos profetas. Lo absorbente de la vida diaria y las demandas imperiosas de los más cercanos a nosotros, tienden a mermar nuestras simpatías. Pero la Biblia nos muestra en su registro perdurable toda clase de condición y poder del hombre cuando éste es bendecido por el Espíritu Divino. Nos saca del círculo de influencias diarias y nos presenta a profetas y reyes, a pensadores profundos y a predicadores de justicia, trabajando en sus respectivos entornos de varias maneras, pero guiados por la misma fuerza y el mismo fin. Se podría objetar que a menudo, los que son devotos estudiantes de la Biblia suelen ser tremendos fanáticos. Pero la respuesta es sencilla. Son fanáticos porque estudian solo algunos fragmentos de ella, no toda, y eso hace que todo el resto se pierda. El enseñar solo una parte sin considerar su posición relativa en relación a otros tiempos y otros libros, puede conducir a estrechez de pensamiento, pero considerarlo todo es propio del hombre, y eso lo ennoblece.
Creo que hay mucho pensamiento sólido en esas palabras. Se ha dicho que las sectas se desarrollan porque colocan el énfasis en asuntos que no son importantes o que no están claramente delineados, y que ese teorizar sobre asuntos menores e incluso secundarios, es lo que en teoría genera un movimiento que se distingue de los demás.
Leer las Escrituras de ese modo, centrándonos en el mensaje, nos permite sentir de verdad que hemos llegado a conocer la fuente de ese mensaje. Con la traducción que hace la Traducción del Nuevo Mundo de Juan 17:3, “adquiriendo conocimiento de ti,” se pervierte el sentido real de la declaración, haciendo parecer que de lo que básicamente se trata es de adquirir mera información mental. En las Escrituras, la palabra “conocer” tiene a menudo un significado más profundo, como ocurre en este caso. (Compare Juan 1:10; 8:19; 10:14, 15.) No podemos tener fe genuina si nuestra lectura de las Escrituras se hace desde una perspectiva de simplemente entender ciertas doctrinas. El verdadero propósito debería ser el llegar a conocer a Dios y a su Hijo. No puedo creer que una persona sincera de corazón que haya llegado a conocerlos, que los considera como luz verdadera y de un modo íntimo, no pueda ser atraída a ellos y sentir que la vida puede centrarse con seguridad y confianza.-Mateo 11:25-30; 2ª Timoteo 1:12.
Mientras fuimos Testigos, mucha de nuestra fe era una fe prestada ya que creíamos lo que creíamos porque se nos decía que debíamos creerlo. Y aunque sin duda hay entre los Testigos en general el sentimiento de que tienen una relación personal con Dios y Cristo, para la mayoría de ellos éste es sin duda un sentimiento débil y a menudo apagado. La fe genuina no puede ser prestada, transferida o transfundida -aunque nuestra propensión humana hacia la pereza pudiera desear hacerlo. Por supuesto, se nos puede ayudar, porque como dice el apóstol, “la fe viene por lo que se ha oído,” pero en el fondo debe nacer y crecer en el corazón de cada persona. (Romanos 10:17) Cada uno de nosotros debe desarrollar fe por aceptación y convicción personal; nadie más puede hacerlo por nosotros. Si eso es así y en verdad la fe está en nuestro fuero interior, entonces disfrutaremos de una real y plena relación personal con Dios y su Hijo. Y cuando eso se logra, por primera vez uno se da cuenta de cuánto se le había privado antes.
[Reproducido con el permiso del escritor.]